Un grupo de cuarenta y nueve peregrinos iban a hacer realidad uno de los sueños de sus vidas, con gran ilusión. Allí, ellos tuvieron el privilegio de pisar la tierra donde Jesús vino al mundo para su misión salvadora, la tierra que él pisó, de estar en los lugares donde predicó y de recorrer las viejas regiones de Galilea y Judea.
La antigua ciudad de Hope, actual Tel Aviv, fue el inicio de su periplo. Llegaron a Tiberiades, a orillas del lago de Genesaret, donde el Salvador se manifestó calmando sus aguas. Desde la colina adyacente él pronunció el sermón de la montaña, las palabras más esperanzadoras que jamás ha oído el ser humano. ¡Bienaventurados! Como un testimonio vivo relatan: Las hemos leído tantas veces, sin embargo su eco resonaba allí en nuestros oídos”.
Otro momento evocador y emocionante para todos ellos fue contemplar la cima del monte Nebo, donde Yahveh mostró a Moisés esta tierra prometida.
En sus ojos han quedado grabados para siempre lugares como Cafarnaúm, Belén, el valle del Cedrón, las murallas de Jerusalén, de la puerta Dorada a la de Sión.
La ruta organizada incluía también algunos hitos, antiguas civilizaciones que se desarrollaron en aquellas tierras, como Jericó, la ciudad habitada más antigua del mundo o esa maravilla en pleno desierto que es Petra, cuyas evocadas piedras hablan de un pueblo comerciante entre Oriente y Occidente: Los Nabateos
Como testimonio de las impresiones de una de las participantes, solo puedo transcribir sus palabras:
Resulta imposible sintetizar en unos párrafos las emociones, los sentimientos, las vivencias, las anécdotas, pero, sobre todo la fe compartida. No quiero, sin embargo, dejar de mencionar mi impresión personal en el huerto de los Olivos, en Getsemaní, donde el Maestro a solas con su Padre pidió por nosotros en oración. Gracias a él, hoy podemos alabar triunfantes: cada dolor del corazón ya lo ha sufrido el Señor. Todos juntos seguimos sus pasos de amor, por la Vía Dolorosa hasta el Gólgota donde murió y contemplamos el sepulcro del que resucitó.
Y , para terminar, quiero en nombre de todos agradecer la labor de todo el equipo del Departamento de Familia y del Secretario Ministerial encargados de planear y organizar este viaje; también a todos los encargados de las reflexiones matutinas porque realmente cada reflexión era inspiradora; y a David Martínez, que con su objetivo ha inmortalizado cada momento de esta experiencia inolvidable.
Gracias por vuestro desvelo y por vuestro buen hacer: Javier Moliner, Antonio Martínez, Antonio del Pino y Pilar Arnao.
Damaris Brito, Málaga.